Bonaparte, la caída... un evento "Waterloop"
Cuando volteando al pasado, buscando guía en quienes nos
precedieron en la historia de la humanidad, al identificar esos faros o
estrellas guías, cuyas vidas han deslumbrado, ampliando el espectro de visión,
cual astrónomo que afina el telescopio y detecta un sistema binario en lo que
antes se creía un estrella simple, detectamos eventos definitorios en etapas de
su vida, que tienden a pasar desapercibidos o incluso caen en el campo de lo
especulativo, sobrenatural o fantasioso, en el inconsciente colectivo del cual
tod@s formamos parte y que rige la cultura y conocimiento de quienes habitamos
este planeta o nave espacial… llamado Tierra.
Afortunada-mente, no son pocas las referencias que podemos
ubicar… hay para todos los gustos, momentos e intereses. Sin embargo, esta situación no está exenta de
curiosidades, una visión amplia y generalizada de suficientes casos, nos permitiría detectar similitudes… en un
número interesante de casos, se reitera la participación o relevancia de
eventos “naturales” en momentos culminantes de la vida de estos
pro-hombres… dejaremos al interés de quienes nos leen, verificar esta realidad;
sin embargo, a título de referencia comentaremos el desenlace de la vida del Emperador Napoleón Bonaparte,
catalogados por muchos como un genio de la estrategia militar, a la
par de muchos otros, entre los que cuenta Alejandro Magno, de quien ya nos
referimos en una nota previa sobre la batalla de Gaugamela.
Napoleón Bonaparte, fue un militar y gobernante francés,
nacido en Córcega, que despuntó luchando contra la monarquía, como General de
la Revolución Francesa, para culminar su vida, exiliado y prisionero, en la
isla de Santa Elena, destronado como Emperador de Francia. Esta mutación de Republicano a Monarca, le
ganó el desprecio y decepción de muchos, entre quienes cuenta el genio de la
música, Ludwig van Beethoven, quien pese a dedicarle inicialmente la 3ra
Sinfonía, llamada “Sinfonía Heroica”,
finalmente la subtituló, “Sinfonía Heroica, compuesta para festejar el recuerdo
de un gran hombre”.
Un vuelo rasante sobre la vida y obra de Napoleón, nos lleva
desde su ascenso a General de la Revolución Francesa, su exitosa campaña en la
invasión a Italia y España, su triunfo terrestre en Egipto, su regreso a
Francia a asumir el Primer Consulado, pasar a ser Consul Vitalicio y posterior-mente
erigirse como Emperador de Francia. A
pesar de todo ello, en la vida del Emperador Bonaparte, este experimenta en
reiteradas oportunidades el infortunio de afrontar adversidades “naturales”, bien sea esta, el inclemente
invierno ruso, las plagas o peste bubónica en Siria, o una curiosa lluvia en su batalla final en Waterloo… Detengámonos en este decisivo evento en la
vida de Napoleón Bonaparte.
Luego de un primer capítulo como Emperador de los Franceses,
Napoleón logra escapar de su exilio forzado en la isla de Elba, para retornar a
Paris y reasumir sus funciones de Emperador.
Tras un intento fallido de negociación con las potencias europeas, el
Emperador decide invadir Bélgica, como única salida para acabar con la VII
Coalición, constituida para enfrentarlo, radicada principalmente en ese
país. Con este acto, Bonaparte busca
consolidarse como Emperador de los Franceses, retomar el trono de manos de Luis
XVIII y reclamar la corona austriaca para su hijo con la archiduquesa Maria
Luisa.
La aún no conocida batalla de Waterloo
Es el atardecer del XVII de Junio de MDCCCXV, la víspera de
la gran batalla que inició un par de días antes. Se cierra con sangre la
Campaña de los Cien Días, en los cuales, por segunda ocasión, el estratega
Napoleón Bonaparte asciende desde la nada a lo más alto; vuelve a jugárselo
todo en una carta, al poner el destino de Europa, y el suyo propio, en la
campiña belga, tras apearse tres meses antes de una barca en el sur de Francia
sin corona ni ejercito. Se opone al
avance del Emperador el Duque de Wellington al mando del Ejercito de la VII
Coalición.
A esta altura del enfrentamiento, Napoleón tiene “casi” asegurada la victoria, de la que
será la batalla más grande vista a esa fecha, alrededor de doscientos mil
hombres enfrentados en una reducida zona de la campiña belga. Pese a que el clima no había sido el mejor en
los días previos, no preveía el Emperador el decisivo papel que jugaría una curiosa lluvia en el desenlace por venir…
Con el caer de la noche inicia una fuerte tormenta que se extendería por casi
toda la noche, llueve tanto que el torrente de agua que recorre el suelo llega
a los tobillos, esta singularidad
climática, en conjunción con otros eventos de mayor o menor trascendencia
decidiría el destino del estratega Napoleón Bonaparte, la genialidad militar de
Napoleón reposa en su pericia como oficial de artillería, y en ella recae gran
parte del plan de batalla del Emperador…
Vislumbra el amanecer del día pautado para la batalla. En un último repaso de la situación, antes
del ataque decisivo, a Napoleón y sus jefes no se les escapa detalle alguno y
todo indica un triunfo seguro; tanto
así, que a una pregunta suya, su guía Lacoste con un signo con la cabeza, le da
luz verde para el envío de un correo a París, informado la victoria que se vaticina
en una batalla ya por comenzar…
La inclemente lluvia de la noche anterior provoca que la
batalla inicie con tres horas de retraso, lo que dio cabida a un par de hechos
que definitivamente marcaron diferencia;
el primero, la existencia de una especie de barranco, imperceptible a la
vista, junto a un terreno cubierto por un espeso y blando barro de unos diez
centímetros, el segundo, la posibilidad de contar con el apoyo de Bülow por
parte de Wellington, sin este apoyo el triunfo habría sido de Napoleón
Bonaparte…
Napoleón en su plan de batalla, contaba con un ataque
inicial con su arma más temida, la famosa artillería de campo francesa, de
amplia avanzada tecnológica y gran poder de fuego. Es finalmente a las XI:XXXV que inicia el
rugir de los cañones franceses sobre las defensas de la coalición; sin embargo, el efecto del ataque dista mucho
del deseado, como producto del terreno embarrado, que absorbía el impacto y su
onda expansiva de restos y esquirlas. Cuando
la caballería se lanza en ataque vertiginoso, en forma repentina la primera
fila frena en seco, ¡sorpresa!, el terreno ha cedido produciendo una zanja que
absorbe caballos y hombres, sobre quienes pasa el resto de la caballería. El estado del terreno, que limitó a la
caballería y artillería francesa, y la formación defensiva de Wellington, le
permitieron a este continuar atrayendo valiosas tropas francesas a un
infructuoso y desgastante ataque, sin requerir mayor apoyo. Finalmente, al recibir a última hora los
refuerzos prusianos al mando de Bülow, una batalla teóricamente ganada se
vuelve una derrota, Wellington se erige con la victoria en Waterloo! La suerte de la batalla estaba echada y el
destino del Emperador Napoleón Bonaparte… sellado su ocaso y abierto su rumbo a
la prisión y destierro en Santa Elena!
Otro genio de las artes, en este caso Víctor Hugo, analiza y
describe la batalla de Waterloo en su novela Los Miserables. En
reiteradas ocasiones el escritor visitó la meseta de Mont-Saint-Jean, donde se
escenificó la batalla, buscando información e imaginado como ocurrieron los
hechos, preguntándose cómo pudieron ellos ocurrir de esa manera…??? La respuesta, pese a provenir de un
novelista, no deja de llamar a la atención.
A la vista del desenvolvimiento de los acontecimientos, Víctor Hugo
concluye: Siendo Napoleón el hombre más
poderoso de su tiempo, este se convirtió en un obstáculo en los planes
cósmicos. Solo por esta causa, antes de
iniciarse la batalla, esta ya estaba sentenciada por el Creador Universal y
Bonaparte la iba a perder…
Una última anécdota relacionada con la batalla de Waterloo…
En MDCCCVI el Príncipe Elector Guillermo IX debió huir de las tropas de
Napoleón, una fracción de su fortuna, en un monto cercano a las 600.000 libras,
la dejó en manos de su agente, de nombre Mayer Amschel Rothschild. Pues bien, previa-mente vimos como Bonaparte,
ante una batalla virtual-mente ganada, envió correo a París notificando tal
victoria aún no ocurrida. El hecho es
que los Rothschild, gracias al encargo monetario, dispusieron de tal suma para
especular con el resultado de la Batalla de Waterloo, y pese a las noticias
iniciales de victoria por parte de Bonaparte sobre Wellington, al conocerse la
realidad de la caída y prisión del Emperador Napoleón Bonaparte en manos de los
Ejércitos de la VII Coalición, lograron una fortuna, en tal cuantía, que
llegaron a lograr someter al “gobierno” inglés.
Dicen que Waterloo, así como cerró la gloriosa vida de Napoleón, dio
origen al surgimiento de una de las mayores fortunas conocidas a la fecha, no
en balde a Nathan Rothschild se le atribuye la frase “hay que comprar con el sonido de los cañones, y vender con el sonido de
las trompetas”. Los Rothschild
hicieron fortuna al conocer antes que nadie el real resultado de la batalla de
Waterloo. Compraron cuando toda
Inglaterra daba por perdida la gesta de Wellington y los precios estaban por el
suelo. Luego vendieron en la euforia que siguió a la derrota del Emperador de los
Franceses… “Menudencias” de la información!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario